Los viajes de don Juan Carlos y su significación en la transformación política y económica
dLos viajes oficiales de don Juan Carlos al extranjero entre 1976 y 2014 fundamentan gran parte de la política exterior española en ese periodo. En una primera etapa, de forma autónoma y determinante; después, en coordinación con los sucesivos Gobiernos democráticos y dentro del marco constitucional.
En sus primeros años al frente de la Jefatura del Estado, cuando el Su Majestad disponía de todos los poderes heredados del franquismo, los desplazamientos oficiales del monarca tuvieron como objetivo mostrar y avalar el proceso democratizador que se iniciaba en España, visto todavía con dudas y recelos en muchas cancillerías. Al tiempo, rompían con la tradicional resistencia oficial española a viajar al exterior y acababan con la anomalía de nuestro país, aún excluido de importantes foros internacionales.
“En los primeros años, los desplazamientos oficiales el Rey don Juan Carlos tuvieron como objetivo mostrar y avalar el proceso democratizador que se iniciaba en España”
Los viajes reales fueron, durante la transición española, un acontecimiento político de profundas consecuencias no solo para la política exterior sino también para la marcha de la política interna. No es de extrañar que, en esos años, sus desplazamientos del Rey ocuparan las primeras páginas de la prensa nacional y se vieran acompañados de una caravana periodística cada vez más numerosa.
Desde su primera y esclarecedora visita a Estados Unidos (2-6 de junio de 1976), donde, en un discurso ante el Congreso norteamericano, mencionó expresamente sus intenciones democráticas plenas, siguiendo por sus viajes a algunas de las principales capitales iberoamericanas y a Francia, el rey Juan Carlos asumió la iniciativa de la política internacional de España. Su propósito fue presentar a la nueva España, comprometerse con ella y abrir puertas que permitieran a los sucesivos Gobiernos establecer y desarrollar los vínculos políticos, económicos y comerciales propios de un país occidental. No hay precedentes en otras monarquías occidentales de una actuación similar del Rey don Juan Carlos en el ámbito de las relaciones políticas y económicas internacionales.
“Su propósito fue presentar a la nueva España y abrir puertas que permitieran a los sucesivos Gobiernos establecer vínculos políticos, económicos y comerciales propios de un país occidental”
La Constitución de 1978 fijó las competencias reales en el ámbito internacional (artículos 56 y 63), a las que don Juan Carlos se ciñó escrupulosamente. Los viajes del Rey suscitaron el consenso político entre los diferentes partidos, con independencia del que ocupara el poder.
Sólo en muy contadas ocasiones fueron motivo de controversia parlamentaria, como en la visita a la Argentina de Videla en 1978, pero a pesar de algunas reticencias iniciales el resultado final fue muy satisfactorio para todos porque el Rey don Juan Carlos recibió en Buenos Aires a representantes de la Liga por los Derechos Humanos y se liberaron algunos presos políticos. En los días siguientes también se firmaron acuerdos económicos con empresas españolas.
El esquema se repetiría en la mayoría de los viajes oficiales. Primero, el Rey establecía las condiciones institucionales propicias para el acuerdo y después era el presidente del Gobierno o el ministro correspondiente quien ejecutaba los convenios políticos y/o económicos. Y siempre acompañado por los empresarios de mayor nivel inversor.
En otras ocasiones, las visitas del Rey sirvieron para aminorar tensiones puntuales entre el Gobierno español y el de otros países en el delicado marco de las relaciones internacionales. Un ejemplo es la estancia Su Majestad en Cuba en 1999, como asistente a la Cumbre Iberoamericana celebrada ese año en La Habana. La presencia de Don Juan Carlos cumplió dos objetivos: por un lado, amortiguó las consecuencias de la conflictiva relación personal entre Fidel Castro, anfitrión de la conferencia, y el presidente José María Aznar; y, por otro, permitió superar una deficiencia histórica, pues Cuba era el único país iberoamericano aún no visitado por el Rey de España. En consecuencia, ambos factores no hicieron más que propiciar una mejor relación política y económica entre España y Cuba a partir de ese momento. Otro ejemplo claro del papel de don Juan Carlos es la permanente labor mediadora -se podría decir que apaciguadora- entre los diferentes Gobiernos españoles y la monarquía marroquí a causa de Ceuta y Melilla.
“Las visitas del Rey sirvieron para aminorar tensiones puntuales entre el Gobierno español y el de otros países en el delicado marco de las relaciones internacionales”
A lo largo de sus años de reinado, los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía realizaron más de 200 viajes al extranjero, entre visitas oficiales y de Estado. Los destinos más frecuentes fueron Estados Unidos y Francia (15 veces cada uno de ellos). El último viaje oficial del Su Majestad fue a Arabia Saudí (17-19 de mayo de 2014), final de una gira, diseñada por él mismo en coordinación con el Gobierno -como lo había sido su primer viaje a Washington- que también le llevó a Omán, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Baréin.
A este último desplazamiento oficial le acompañaron tres ministros (los de Industria, Defensa y Fomento) y 28 empresarios. La composición de este séquito, similar al de la mayoría de los viajes realizados a partir de los años noventa, indica ya la prioridad económica y comercial que caracterizaba las visitas oficiales de los últimos años.
Los viajes oficiales del Rey don Juan Carlos habían ido cediendo parte de su contenido político para ir ganando significación económica. Habían pasado -dicho con otras palabras- de la excepcionalidad a la normalidad.