El Rey reafirmó ayer en el Senado de México la voluntad de España de estar presente en el proyecto iberoamericano de crear un espacio común de intercambio político, económico y cultural. «España no quiere verse obligada a decantarse por su vocación europea o americana, sino integrar ambas dimensiones, trabajar en estos frentes de acción exterior que nos marca la historia y contribuir a ser el cauce que una a ambos», dijo. Y aprovechó para recordar que fue española la propuesta europea (anunciada recientemente por el presidente francés, Jacques Chirac, durante una gira por Latinoamérica) de celebrar una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno entre la UE, América Latina y el Caribe.

Bajo la sombra de una colosal bandera mexicana -175 metros cuadrados de tela flameando a 153 metros de altura sostenida por un asta de cuatro toneladas de peso- tres compañías de las tres academias militares, un escuadrón de caballería y una batería de campaña rindieron honores militares a los Reyes. El Gobierno mexicano inauguró así un protocolo sin precedentes para recibir a jefes de Estado en las instalaciones militares de Campo Marte, situadas en pleno corazón de la capital azteca. Tras las 21 salvas de ordenanza y de interpretación de los himnos nacionales, el presidente Zedillo dio la bienvenida a los Reyes a los que saludó como «grandes amigos de México».Zedillo, que recordó la visita que realizó el pasado año a Madrid, agradeció el respaldo «resuelto y fraternal» de España en las negociaciones que México mantiene con la UE para alcanzar un acuerdo de asociación. El Rey agradeció las palabras de bienvenida y reafirmó el deseo de España de caminar juntos por «la senda del progreso, la amistad y la cooperación». Al término de los discursos las tropas desfilar frente a la presidencia a los sones de dos marchas militares españolas San Marcial y Bailén en recuerdo a dos batallas de la Guerra de Independencia cuando México era todavía territorio español.

Tras la ceremonia, los Reyes se desplazaron a Los Pinos, residencia oficial del presidente de la República, donde don Juan Carlos mantuvo una entrevista con el presidente Zedillo. Pero el acto político más importante de la jornada fue el discurso que el Rey pronunció por la tarde ante Senado, al que la Constitución mexicana concede facultades exclusivas en el ámbito de las relaciones exteriores.

El Rey, en una intervención de cerca de 30 minutos, hizo un balance esperanzador del proceso abierto por las cumbres iberoamericanas, que comenzaron en 1991 en Guadalajara (México) y que está ayudando a vertebrar un espacio iberoamericano de indudable importancia política y económica. «El vigor del proyecto iberoamericano se basa en nuestro pasado común, en nuestro deseo presente y en su habilidad para convivir con otras redes supranacionales que aconsejan la geografía y el comercio», señaló.

En ese sentido, el Rey don Juan Carlos subrayó el apoyo explícito de España a México, que es miembro del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, para que alcance un nuevo acuerdo con la UE y «conseguir un marco de libre comercio, una relación política institucionalizada al más alto nivel y unos esquemas de cooperación paritaria».

En el plano bilateral, el Rey agradeció al Senado mexicano la modificación del tratado de extradición con España para dejar sin cobertura política a los delitos de terrorismo. Don Juan Carlos agradeció la «comprensión y esfuerzo» del Senado «en favor de la lucha que las autoridades españolas desarrollan contra los terroristas, que han convertido la prolongación de su actividad asesina en su única razón de ser».