, ENVIADO ESPECIAL, El clamor de la protesta por el asesinato del concejal del Partido Popular Miguel Ángel Blanco se sigue escuchando en Europa. Y ayer, el Rey, en la primera intervención pública de su visita oficial a Alemania, quiso rendir homenaje su memoria ante el alcalde y los concejales del Ayuntamiento de Berlín. Don Juan Carlos resaltó la emocionante sensación de libertad que sintió al pasear por la puerta de Brandeburgo.

El alcalde de Berlín, Eberhard Diepgen, condenó -como en el transcurso del día lo harían la presidenta del Parlamento alemán, Rita Süssinuth, o el presidente de la República Federal, Roman Herzog- en términos enérgicos el asesinato de Miguel Angel Blanco y expresó la solidaridad de la ciudadanía de Berlín con. la sociedad española.El Rey, que volvió a recordar a Blanco en la cena de gala ofrecida anoche en su honor por el presidente (le Alemania, agradeció las muestras de solidaridad recibidas de todo el mundo y subrayó la «valentía y serenidad» del pueblo español frente al «chantaje terrorista, frente a los criminales y al brazo político que les sostiene y acoge».

Los Reyes hicieron ayer, en esta tercera visita de Estado a Alemania, un recorrido por algunos de los edificios más emblemáticos de este nuevo Berlín, que está naciendo entre una inmensa obra pública que pretende borrar las cicatrices de la partición entre las dos Alemanias de la «guerra fría». Su paseo por la Puerta de Brandeburgo, infranqueable hace ocho años por el muro, o la visita a las obras de remodelación del Reichstag, en la que estuvo acompañado por el arquitecto Norman Foster, tuvo todo el simbolismo que se quiere dar a esta visita: la simpatía y apoyo de España a la reunificación alemana.

El presidente Herzog recordó agradecido en su discurso de la cena oficial el «respaldo y apoyo de nuestros amigos españoles» al proceso de reunificación alemán que se gestó en pocos meses en 1989, no sin dificultades ante la desconfianza de algunas potencias europeas.

El Rey recordó en su discurso que hace once años, con motivo de su segunda visita oficial a la República Federal de Alemania, la Reina y él tuvieron que contemplar la puerta de Brandeburgo desde el Reichstag, porque el muro dividía la ciudad. «Hoy, gracias a que muchos hombres y mujeres no se resignaron a aceptar la realidad que se imponía en su visión, ese muro ha desaparecido y hemos podido sentir, al pasar bajo el histórico monumento, esa honda emoción que nos produce siempre la libertad».