ENVIADO ESPECIALBajo un calor intenso y húmedo los Reyes iniciaron ayer su primer viaje de Estado a Grecia con la visita privada al palacio real de Tatoi, el único lugar que le fue permitido visitar a Doña Sofía en su anterior viaje, en 1981, cuando el Gobierno heleno le concedió un permiso de seis horas para enterrar a su madre, la reina Federica. Ayer pudo oir gritos de «Sofía, Sofía» cuando bajaba del coche oficial como reina de España hacia su antigua casa familiar, hoy palacio presidencial.

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Los Reyes viajaron a Tatoi minutos después de la ceremonia de bienvenida en el palacio presidencial, donde fueron recibidos por el presidente Constantino Stephanopoulos. Desde el aeropuerto, ya en el centro de Atenas, hubo trayectos en los que el público congregado arrojó flores al paso de la comitiva. En la cena de gala ofrecida anoche a los Monarcas por Stephanopoulos, don Juan Carlos apuntaba en su discurso: «Nuestra visita a Grecia expresa las relaciones que nos unen como países amigos y aliados, a las que nos unen en nuestro caso recuerdos y experiencias personales e inolvidables».Esos recuerdos se reflejan sobre todo en la visita a Tatoi, una vieja y destartalada casona abandonada desde hace 30 años, rodeada de bosques y situada al norte de Atenas en cuyos jardines están enterrados los padres de doña Sofía, Pablo y Federica, y demás monarcas griegos. Era residencia de la familia real, sobre todo en verano. Allí llegaron los Reyes en medio de un fuerte despliegue de seguridad en los accesos al recinto. Algunas personas con banderas griegas aguardaban en los alrededores para ver pasar la comitiva y, pese a que los coches entraron y salieron del recinto a toda velocidad, algunos lanzaron ramos de flores.

La visita a Tatoi duró 30 minutos. En el palacio esperaba a los Reyes un grupo de 30 personas, antiguo personal de Tatoi y del palacio de Corfú, que les acompañaron a depositar 14 coronas de flores en las tumbas de los padres de la Reina y otros reyes griegos también enterrados en los jardines. Las coronas procedían de la familia real española, del ex rey Constantino y su familia, del Gobierno español, de la Casa del Rey y de la embajada española en Grecia. Rezó un responso el archimandrita Patricio, que fue capellán real.

Fueron momentos de gran emoción, según explicó un portavoz de la Zarzuela, ya que ningún periodista, salvo dos fotógrafos (un español y un griego) para dar fe de la visita, pudo estar presente en un acto descrito como «muy emotivo». Hubo lágrimas y muchos recuerdos.

Ayer la prensa recogía con normalidad la visita real aunque el diario Exusia, inclinado a la izquierda, hablaba del «show monárquico» de la «visita de Sofía». Pese a que el Gobierno griego ha ocultado el programa oficial y los signos externos son mínimos -las banderas de España fueron colocadas ayer por la mañana, cuando en otras visitas de Estado se despliegan días antes- algunos grupos se concentraron en las proximidades del palacio presidencial, cuyos alrededores fueron acordonados para impedir el paso.

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Los ministros de Exteriores español y griego, Abel Matutes y Theodoros Pangalos, respectivamente, indicaron que la visita se desarrollará con total normalidad. Matutes confirmó que la Reina se sentía muy alegre de haber vuelto a tierra natal. Ayer a última hora de la tarde doña Sofía salió para hacer compras.

Los Reyes visitarán hoy el Parlamento, y por la tarde, mientras don Juan Carlos recibe en audiencia a representantes del mundo empresarial y dirigentes políticos griegos, doña Sofía irá a la Escuela de Enfermeras y Puericultura en la Fundación Mitera, donde estudió en su juventud y donde verá a sus antiguas compañeras tras visitar a los niños acogidos en esa institución pública.