ENVIADO ESPECIAL, Los Reyes de España, acompañados por el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, y su esposa, iniciaron ayer en Dublín una visita oficial de cuatro días a la República de Irlanda, calificada en medios políticos de este país como histórica, por ser la primera de un Jefe de Estado español. La ausencia de contenciosos entre los dos países y la situación política irlandesa, marcada por el reciente rechazo en referéndum de la propuesta del Gobierno de legalizar el divorcio, han contribuido a que la estancia de los Reyes mantenga pedirles muy planos y apunte a una visita de estricto carácter de Estado, en la que incluso los discursos oficiales evitan referencias de contenido político.

Don Juan Carlos y doña Sofía encontraron ayer un día lluvioso, en ocasiones intensamente lluvioso, y una ciudad que conserva restos de la discreta propaganda en pro y en contra del divorcio que animó el referéndum del pasado jueves y que ha dejado al primer ministro, Garret FitzGerald, en una situación política especialmente incómoda, pese a que ha anunciado su propósito de no dimitir.Se ha sabido, según fuentes oficiales, que la derrota en el referéndum pesa seriamente en el Gobierno irlandés. En medios de la delegación oficial española que acompaña a los Reyes se bromeaba, incluso, con que Fernández Ordóñez esconde aquí su pasado de ministro del divorcio en España.

Los Reyes llegaron al aeropuerto de Dublín, a las 11 de la mañana, hora local (mediodía, hora peninsular española), y fueron recibidos por el presidente de la República, Patrick John Hillery, y su esposa. Impresionaba en la ceremonia la presencia de Joan FitzGerald, la esposa del primer ministro, afectada por un proceso de elefantiasis que la mantiene en una silla de ruedas. La reina Sofía vestía a su llegada un traje de chaqueta de color fucsia y se tocaba con una pamela negra de estilo cordobés Su presencia despertó elogiosos comentarios entre los invitados irlandeses a la ceremonia.

Desde allí los Reyes se trasladaron a la residencia del presidente, situada en Phoenix Park, el mayor parque urbano de Europa, donde, siguiendo una tradición de este país, implantaron un castaño español no muy lejos del ejemplar de magnolia que plantara el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan en su visita a Irlanda.

Tras almorzar en privado con el presidente de la República y su esposa, los Reyes visitaron el Parlamento de Dublín, donde fueron recibidos por los presidentes de las dos cámaras de que consta, con los que recorrieron la Leinster House, sede de la institución. De allí, a pie, se trasladaron al Museo Nacional. Posteriormente visitaron la alcaldía de Dublín, donde fueron recibidos por el lord mayor (alcalde) y su esposa, junto con la corporación municipal. Los Reyes firmaron en el libro de honor. Don Juan Carlos pronunció unas breves palabras de elogio para la ciudad.

La jornada, tras una recepción de los Reyes al cuerpo diplomático acreditado en Irlanda, concluyó con una cena oficial ofrecida por el presidente Hillery en el Royal Hospital Kilmainham. Allí, el Rey evocó los intensos lazos históricos entre los dos países y recordó que España «siempre sostuvo el derecho inalienable del pueblo irlandés a su independencia». «Todos mis antepasados en el trono de España», añadió don Juan Carlos, «lo demostraron en numerosas ocasiones, especialmente abriendo nuestras fronteras a tantísimos hijos de esta tierra: nobles, soldados, eclesiásticos…».

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El Rey recordó después que «cuando Irlanda accedió a la nacionalidad plena, en 1922, España se felicitó por la culminación de un proceso que hizo de Europa un continente más rico y plural, con la incorporación de una de sus más ilustres y viejas naciones».

Por su parte, el presidente irlandés, Patrick John Hillery, mencionó también el acuerdo con el Reino Unido y evocó en su discurso que uno de los «padres fundadores de la moderna Irlanda» fuese Eamon de Valera, «nacido en Estados Unidos, hijo de padre español y madre irlandesa».