“Ya tenía yo ganas de poderos traer en el avión”. Hacía más de 20 años que los periodistas no acompañaban al Rey en un viaje al extranjero. Solo en trayectos intermedios, cuando no había más remedio, se permitía a los medios de comunicación subir en el avión oficial que utiliza el jefe del Estado, pero nunca desde Madrid. Una docena de periodistas han viajado hoy con don Juan Carlos en el Airbus 310 de la Fuerza Aérea que le ha llevado a Moscú. En los últimos minutos del vuelo, se ha acercado a saludarlos.

La razón de este cambio de política informativa la ha dado, quizá sin pensarlo, el propio Monarca cuando se le ha preguntado por su estado de salud. “Estoy bien”, ha manifestado. “Mi fisioterapeuta me dice que otro en mi lugar [tras la doble operación de cadera a la que se sometió en abril tras su accidente en Botsuana] estaría de baja, pero yo tengo que currar…y luego no lo contáis”. Pues eso. Se trata de que los medios de comunicación cuenten que el Rey “curra” para que las empresas españolas se abran mercados en el exterior y eso ayude a recuperar una economía asfixiada por los recortes del gasto público y la caída del consumo interno. “Ahora la solución es exportar, exportar y exportar”, ha insistido.

Rusia es una buena oportunidad. Crece al 4%, cuenta con una de las mayores reservas de divisas del mundo, gracias a las exportaciones de gas y petróleo, y tiene planes multimillonarios de infraestructuras. La visita del Rey es eminentemente comercial. Encabeza una delegación de la que forman parte los ministros de Asuntos Exteriores e Industria, José Manuel García-Margallo y José Manuel Soria, así como el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, y los máximos responsables de nueve grandes empresas de los sectores de infraestructuras y energía (CAF, FCC, Iberdrola Ingeniería, Indra, Maxam, OHL, Repsol, Talgo y Técnicas Reunidas). También se estrena en este viaje el Alto Comisionado de la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, aunque es evidente que el mejor agente comercial de España es su Rey.

Don Juan Carlos tampoco quiere levantar excesivas expectativas. “De nada sirve mandarme a mí si las empresas no abren oficinas aquí”, advierte. Al final, “todo depende de lo que hagan las empresas”. Uno de los objetivos es repetir en Rusia el éxito del AVE a la Meca, el mayor contrato en el exterior obtenido nunca por un consorcio español, con el decisivo apoyo del Monarca. Pero la licitación de la línea de alta velocidad entre Moscú y San Petesburgo, por valor de 17.400 millones de euros, ha sufrido varios retrasos y los competidores alemanes y franceses, Siemens y Alstom, llevan dos años de ventaja.

El Rey prefiere marcarse otros objetivos, como el ferrocarril a los Urales, donde OHL se ha adjudicado ya un tramo, o el proyecto del Gran Moscú, que supone la construcción de una nueva ciudad al sur de la capital rusa, con un presupuesto de 163.000 millones de euros en los próximos cuatro años.

Don Juan Carlos se reunirá mañana con el alcalde de Moscú, Sergéi Sobianin, que visitó Madrid en junio y se mostró interesado por el sistema de control del tráfico o el centro de coordinación de emergencias de la capital español. El proyecto es megalómano y suscita críticas internas. Luego se entrevistará con el primer ministro, Dmitri Medvèdev, y con el presidente, Vladimir Putin, que ha intercambiado el cargo con su antecesor. En el Kremlin recibirá el premio de la Federación Rusa, que le fue concedido en febrero de 2011 y no ha podido recoger hasta ahora. La Casa del Rey ya ha donado los 120.000 euros de dotación para la reconstrucción de dos iglesias de Lorca asoladas por el terremoto. No deja de ser una paradoja que Putin –criticado por las leyes que recortan la libertad de expresión o limitan las actividades de las ONG—vaya a entregar al Rey un galardón de carácter humanitario. Pero también lo es que la situación de Siria, a cuyo régimen protege Rusia al impedir la imposición de sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, no forme parte de las prioridades de la visita. La prioridad, ya se ha dicho, es la pela; es decir, el rublo.