Juan Carlos I compartió con los militares españoles destinados en Herat (Afganistán) emoción, sorpresa, bromas y brindis durante sus cinco horas de inesperada visita, en un frío y soleado día en el que el toque de diana precedió a la novedad de la jornada: la visita del rey.

El monarca, tras rendir homenaje a los militares muertos en Afganistán en el monolito con forma de hórreo que recuerda a los caídos en la base multinacional Camp Arena, visitó a los pacientes de los médicos militares españoles.

En el paseo tuvo tiempo de acariciar y chocar los cinco con cuatro huérfanos que esperaban para ser atendidos por los doctores.